Al marchar...

Mirome tierna
con el alma lejos,
en carne viva el pellejo
y la voz entre tinieblas.
Mirome llena
de azul reflejo,
sutil espejo
de muerte eterna.
Y marchaba fría,
y cerré la puerta,
se recomponía
no se dio la vuelta.
Y se fue vacía
y lloraba tierra,
y en la lejanía,
apagó su vela.

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