entre baba y baba...

Nunca supe llenar mi cuaderno donde anoto aquello que hace que mi baba caiga,
imaginé mil veces los renglones donde describiría tu forma de caminar,
con esos aires de estudiante revoloteando la falda de cuadros.
Olas de palabras que como mareas, dibujarían mi cuaderno con
los guiños  de tu cara, con los dientes de tu boca, con tu nariz perfilada.
Es ahí donde más me gusta escribirte, por donde mejor buceo entre los párrafos
salpicándote de risas tu pelo que recoges con carisma en una cola.
Ilústrame las hojas con los huecos de tus mejillas, que como hoyos asemejan a
las ardillas roedoras de deseos; deseos que en mi cuaderno marcan otra baba caída.
Vuela, vuela alto como tú solo sabes contonearte en el son de los timbales
a la luz de las estrellas, al corazón de la luna, al mismo centro de la tierra.
No digas nada, solo lee estas cosas que anoto en mi cuaderno.
No digas nada, solo vive para que a mí se me caiga la baba.
Antes la tragaba, ahora he decidido reflejarla en unas letras
con la intención de no borrarlas, con el temor a no
olvidarlas, con el poder de repetirlas, con la emoción de
recordarlas.
Tengo tantas cosas anotadas que seguro que ni te reconoces
entre tanta baba y tanta letra.
Se me cae de cuajo, al verte, al oírte, al moverte, al olerte…
De veras que todo lo que acaba en “erte” me estremece, incluso la muerte.
En el fin de mi cuaderno podrás encontrar que continúa, que
la sucesión de puntos suspensivos son para que tú los rellenes
guapa mía, porque sin eso que haces, mi baba no caería y de babas me ahogaría.
Ahora es tu turno, cierro los ojos y solo con pensarte… ays!!
De nuevo baba caída!!. No tengo remedio, voy entre baba y baba... oscureciendo.
oscureciendo.

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